lunes, 22 de junio de 2015

Última entrega del capítulo III, la 32ª: La cabañuela de noviembre y el amor platónico.

Esperanza escribe en su diario la vivencia de un día feliz, el de la cabañuela de noviembre, con excursión, tormenta y abrazo. Será el hito más importante de un verano en el que, al final, se verá obligada a elevar su amor adolescente a la categoría de amor platónico.

AVISO: Una vez que aparezcan las primeras entregas del capítulo IV, se borrarán todas las del capítulo II, como ya se hizo en su día con el capítulo I al empezar el III.

lunes, 15 de junio de 2015

Publicada la entrega 31ª: Una bandera, un himno y… ¡tierra, trágame!

Una conversación deseada pero difícil, entre una adolescente de trece años, ignorante de muchas cosas que debería saber, y una mujer a las puertas de la muerte, sabedora de otras tantas cosas que debe callar. Un diálogo que fluye en sintonía de sentimientos y emociones que despierta el terruño. Un aprecio mutuo que escapa en gestos y palabras, y va más allá de la aparente realidad. Y al final, una sentencia disimulada en la obviedad, una advertencia que no se puede expresar de otro modo, un miedo velado de una mujer que se apaga y teme que se repita la historia.
Para mí, se trata sin duda de uno de los episodios más tiernos y bonitos de la novela, que todavía despierta en mí la emoción al releerla. Ojalá todos tuvierais un ratito para compartirla.

miércoles, 10 de junio de 2015

Entrega 30ª: Compromisos de persona adulta

Esperanza da muestras una vez más de una madurez rara en adolescentes, visitando a Soledad que se encuentra enferma. No obstante tiene que vencer ciertas aprensiones relacionadas con que Soledad es la madre de Luis. Ambas se demuestran mutuo aprecio.

miércoles, 3 de junio de 2015

Publicada la entrega 29ª: Riñas para un deseo.

El reloj de la vida marca el amanecer a la exaltación del amor y su cara oculta, más física y sensual, reservada a momentos de intimidad e introspección. Juegos adolescentes sobre paisaje de juncos y tarayes por los que discurre la transparencia de un riachuelo de montaña. Riñas que se individualizan y encubren deseos que pugnan contra la norma por adquirir una esencia tan real como la que se desborda en el mundo de los sueños.

Esperanza sigue disfrutando de esos momentos especiales para ella cuando Luis se encuentra en el cortijo. La enfermedad de Soledad se convierte en triste aliada para ese fin.