Os dejo mi artículo de octubre, publicado el día 12, día de la Virgen del Pilar.
Se trata de una amalgama de pequeñas críticas sobre las ciudades y pueblos de nuestro entorno (léase Úbeda, Jaén, Torreperogil...), y como con el tiempo ha ido cambiando su fisonomía ajustándose a las modas, que también las hay para las ciudades, en relación con la circulación vehicular.
La primera idea fue una crítica más dura sobre qué debería ser antes si la oferta de infraestructuras o la demanda de las mismas, la gallina o el huevo, porque estaba y estoy harto de ver esas infraestructuras como los carriles bici, que se están haciendo viejos sin apenas ciclistas que los transiten, mientras algunos ciclistas circulan por las vías convencionales con el máximo respeto hacia ellos de los conductores. Algo parecido a lo que ha pasado con el tranvía de Jaén, un dinero desaprovechado en infraestructuras que se están haciendo viejas sin uso. De ambas se podría decir que la idea es buena en beneficio del medio ambiente y una ciudad más limpia, pero ¿no habría que empezar antes por generar una demanda suficiente que justificara la inversión? ¿La simple oferta genera la demanda? Hasta lo visto, en estos casos, no.
Y otro tema que me tiene quemado es el de los semáforos de Torreperogil. Yo no sé quién es el responsable de esa falta de ajuste o coordinación para hacer un tráfico más fluido. Rara es la vez que en ese trayecto desde la gasolinera hasta el último, total medio kilómetro, no tenga que parar de dos a tres veces, y muchas de ellas sin que pase ni un peatón ni cruce ningún vehículo. ¿Cuándo se inventarán los semáforos inteligentes? A lo mejor están ya y si no sería una idea para pasársela al ayuntamiento de Torreperogil.
Bueno pues de todo esto va el artículo.
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