La noche del 24 de septiembre de
2014, día de la Merced, tengo que encuadrarla dentro de esas fechas que ya no
se me van a olvidar: la noche de la presentación de mi novela “Del desamparo a
la esperanza” en Úbeda, que yo entiendo como un homenaje a la amistad.
Porque, superando esas absurdas expectativas aliadas de la fantasía y
contrarias de lo razonable, que se le cuelan a uno por las rendijas de la
lógica y del sentir con los pies en el suelo, si eso se puede, es para estar
satisfecho. Reunir a tanta gente para un evento ya tan común, como alejado del
gusto mayoritario, es un logro que tengo que adjudicar a la amistad.
Solo desde esa perspectiva se puede entender que un
miércoles cualquiera, víspera de un jueves de trabajo, casi se llene el patio
de butacas del Auditorio del Hospital de Santiago para la presentación de una
novela cualquiera, la mía, de un autor desconocido, yo. Solo se conciben desde
la amistad gestos que pueden pasar inadvertidos para otros pero no para mí,
como el del amigo que tuvo que volver de una consulta inoportunamente
coincidente en Granada arriesgando multas para poder estar conmigo esa noche, o
aquel que hacía tanto tiempo que no veía, o aquella que tuvo que posponer su regreso a
Sevilla para estar, o venir expresamente desde Jaén en autobús, o cargarse uno
o una con las obligaciones familiares para que la otra o el otro pudiera
asistir, o formar un bloque con casi toda la familia sin más compromiso que la
amistad, u obviar achaques, cuando no importantes inconvenientes, que justificarían
de sobra una ausencia, o hacer un paréntesis en su comienzo de curso
universitario y hacer un viaje expresamente, o dejar sus amistades más propias
de gente joven para acompañarme...
Y como esos, montones de detalles
que solo se conciben en clave de amistad. Sabía que tenía amigos pero no creía
que tantos estuvieran dispuestos a demostrármelo. Porque la amistad se
demuestra en momentos como estos, y un noventa y nueve por ciento de los
asistentes no estaba allí porque yo fuera un gran escritor, ni por curiosidad, ni
porque tuvieran ansias por hacerse con la novela; estaban por amistad, tanto hacia mi mujer y mis hijos como hacia mí. Tantos
detalles como personas hubo, que se traducen en sentimientos para mí. Todos
ellos se resumen en uno muy grande de gratitud que ya hice público en la
presentación y quiero pregonarlo desde estas páginas.
Empezando por el entorno, quiero
agradecer a toda la Corporación Municipal, y particularizar en Pepa Olmedilla,
concejala de cultura y persona asequible y amable con la que es fácil
entenderse incluso para una persona sorda, por facilitarme todos los medios y dejarme
el marco incomparable del Auditorio del Hospital de Santiago para la
presentación. Su miedo expresado al final era mi miedo: que resultara demasiado
continente. Sin embargo a ambos nos sorprendió la respuesta de mi gente dejando
pocos huecos en el patio de butacas.
Mi agradecimiento también a Juan Espejo, director
del Diario Jaén, ante el que no pude evitar sentirme como aprendiz ante
maestro, cuando trazó con su verbo fácil un acertado análisis de la novela que
guardo como oro en paño. Además de demostrar en su intervención por qué está
donde está y los premios que ha recibido por sus dotes de gran periodista y
escritor, subrayo su empatía para, sin conocernos personalmente, querer
acompañarme en la presentación de la novela, engrandeciendo el acto con su
presencia y con sus palabras. Un amigo más de los que uno se enorgullece al
leer cada una de las páginas de su nuevo libro CRONICAS DE JAÉN V, un compendio
de historia cercana escrito con ánimo pedagógico y desde el amor a nuestra
tierra, que estoy disfrutando tanto por lo que dice como por cómo lo dice.
En el capítulo de agradecimientos de la novela
aparece Juan Martínez, mi gran Lope de Vega de Úbeda, como yo le digo, porque es
un prolífico y gran autor y director teatral ya reconocido, del que siempre he
admirado su capacidad de crear y de conectar con la gente. Con él sí que es
verdad que la amistad cobra tintes de mayúscula. Quise que estuviera también
este día conmigo porque lo ha estado, apoyándome, desde el mismo momento en que
le di a conocer mi proyecto, y la novela se ha enriquecido, sin lugar a dudas,
con sus críticas y consejos. Ya no me sorprendieron tanto sus palabras pero
todavía me emocionaron. Mil gracias desde aquí, Juan.
En el papel de Soledad no
encajaba del todo por su juventud Ana Carmen Ortega, pero sí en otros rasgos y,
sobre todo, conocía su disposición y simpatía desde que fuera extraordinaria alumna,
y su trayectoria como actriz. Sabía que podía bordar el papel, como así lo
hizo.
Otro nombre que surgió de
inmediato en mi mente para el monólogo de Elvira Salido, fue el de Rosa Mari
Latorre, amiga de “toa la vida de Dios”. Lo que le faltaba de profesionalidad
en el ramo de la interpretación, le sobraba de desenvoltura, desparpajo y
gracia, y así rayó, a la altura de una gran actriz.
Y también mis dos pequeñas
Esperanzas, las hermanas Andrea, que con sus siete años estuvo concentrada como
ningún día y Cristina Moral, tan guapa y madura, y ambas tan resueltas y
simpáticas como yo las concebí en la novela.
A las cuatro y a Pedro les agradezco su
participación sin mayor interés que la amistad. Igual que al quinteto de viento y percusión
que, encabezados por Tere Vilches, interpretaron de forma magistral, según los
oyentes, la canción estrella de la novela “Noches de blanco satén” y algunas otras
canciones de la novela. Todos ellos hicieron que el acto resultara ameno, sin
desperdicio, como me lo han referido muchas de las personas presentes que me
han felicitado. Y esa felicitación se la traslado a ellos desde aquí.
Pero todo ello no hubiera sido posible sin mi familia.
Mi mujer, mi Jose, mi Rober y mi Carmen han sido el soporte físico y
psicológico para que me pudiera poner siquiera a escribir “Del desamparo a la
esperanza”, ellos me animaron y me ayudaron a publicarla y ellos son los
verdaderos artífices de que el acto fuera brillante desde su preparación a la
copa final que compartimos con verdadero placer con nuestros amigos.
Y nada de ello hubiera tenido sentido si no
hubierais estado todos y todas los que se ven en las fotos y los que no se aprecian,
y aquellos otros que con gran sentimiento no estuvieron presentes pero hubieran
querido estar y, de alguna manera, estuvieron en mi mente apoyándome, a todos y
todas, a los que abracé y a los que no pude, GRACIAS, porque si el primer gran
logro de la novela fue escribirla, llenando tantos ratos de silencio, de
sinsabores, de renuncias…, vosotros y vosotras completasteis el segundo gran
logro: percibir que hay mucha gente a la que yo aprecio que me corresponde,
como me lo demostrasteis con vuestra presencia o vuestro sentimiento y apoyo en
la distancia. Gracias por hacer de esa noche otra noche mágica para mí.
¡¡ENHORABUENA, PEPE!! EXCELENTE PRESENTACIÓN
ResponderEliminarGracias, Juanma. Vosotros con vuestra asistencia la hicisteis grande.
ResponderEliminarYa te lo dije y te lo repito, me alegrė estar en la presentación. Me pareció grande y muy emotiva. Lo repetiría todas las veces que nos convocaras. Sigue en ello e invitanos a nuevas presentaciones. Un abrazo. Tusy
ResponderEliminarComo se nota que has encontrado también en la prosa otra profesión para la que sí que estas capacitado.
ResponderEliminarAún recuerdo, que no hace mucho, te escuchaba decir repetidas veces: ¡me he quedado hecho un inútil! ¡no valgo para nada! Cuando íbamos al campo y no podías con la azada, cuando te agotabas con tareas que antes hacías con relativa facilidad.Pues bien, eso lo puede hacer cualquiera.
Ahora bien, el don de palabra que tienes, la imaginación y la creatividad para escribir, muy pocos las tienen.
Ya habrás podido comprobar por ti mismo que de inútil no tienes nada, nunca lo has tenido y de momento no creo que lo tengas.
En cuanto a lo segundo que decías: "¡no valgo para nada!", falso totalmente. Vales mucho, muchísimo, como ya has demostrado tanto con tu novela como con esta critica, que por cierto me ha vuelto a emocionar.
Por cierto, buena elección de fotos, enmarcan muy bien lo que fue la presentación. Gran fotógrafo.
Espero impacientemente una segunda obra.
Un beso muy fuerte, papa.
La verdad es que fue un acto precioso, como no podía ser menos, para poder estar a la altura de la calidad de tu novela. Son muchos los comentarios favorables que hasta mí han llegado sobre esa noche y que lamento no los hayan reflejado en este blog. Sé que te gustaría leerlos. Y la pregunta del millón...¿Para cuando esa segunda novela?
ResponderEliminarAyyyyyy que Rober mas grande.
ResponderEliminarYa me habían comentado la presentación pero ahora viéndola en imágenes y con tus comentarios(mas" pesaombre" todavía) y rabia de no haber estado allí con vosotros,cuanto hubiera disfrutado pero tu ya sabes las circunstacias.sigue disfrutando y si te das cuenta de que tienes gente que te quiere alrededor por algo será .un besico
ResponderEliminarQue grandes tus palabras y cuanto te dignifican. Llegas al sentimiento. Gracias por compartirlas.
ResponderEliminarGracias por hacerme partícipe de este momento de tu vida.
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