El reloj de la vida marca el amanecer a la exaltación
del amor y su cara oculta, más física y sensual, reservada a momentos de intimidad e introspección. Juegos adolescentes sobre paisaje de juncos y tarayes por los que
discurre la transparencia de un riachuelo de montaña. Riñas que se
individualizan y encubren deseos que pugnan contra la norma por adquirir una
esencia tan real como la que se desborda en el mundo de los sueños.
Esperanza sigue disfrutando de esos momentos
especiales para ella cuando Luis se encuentra en el cortijo. La enfermedad de
Soledad se convierte en triste aliada para ese fin.
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